Estamos acostumbrados a imponernos normas muy estructuradas de salud porque pensamos que de esa forma mejoraremos nuestros hábitos. No somos pacientes, tenemos prisa y no damos importancia al tiempo de ejecución en los cambios.
Lo que conseguimos con ello es perdernos durante el proceso. Algunas veces lo hacemos de manera consciente y en ocasiones es nuestro propio cuerpo quien se siente atacado por someterlo a ciertas condiciones a las que no está acostumbrado y que pueden en algunos casos ser perjudicial para él.
Normalmente, esto sucede porque la manera en que empezamos a cambiar estos hábitos o el proceso restrictivo bajo el cual lo hacemos interfiere con nuestro estado emocional. Tenemos un propósito más que de salud, emocional. Queremos parecernos a tal persona, estar listos para tal evento o ver resultados en par de meses. De manera inconsciente nos estamos generando un cumulo de sentimientos: frustración, inseguridad, aceptación, entusiasmo, satisfacción, ilusión, culpa, remordimiento, etc., y olvidamos que estamos poniendo en juego nuestro cuerpo, nuestra salud.
Estos sentimientos unidos a la influencia del entorno social actual nos provocan inconformidad con cualquier resultado que obtengamos. Y es que, la repercusión tanto de las RRSS como de las industrias alimenticias ayudan a dispersar los conocimientos que podamos tener a la hora de reconocer un buen producto nutritivo en el mercado o un buen profesional que nos guié por el camino correcto.
Constantemente estamos bombardeados por empresas alimenticias que velan por su actividad económica, vendiendo, promocionando y publicitando productos milagrosos y engañosos a través de profesionales de salud y farmacéuticas patrocinados, aunque ello esté prohibido en la actualidad bajo reglamentación. Además de personajes públicos o personas no profesionales que cuentan con un público amplio y de fácil acceso a través de las RRSS.
Esta influencia ha generado un falso bienestar psicológico basado en las comparaciones con aquellos que en ocasiones no conoces, accediendo además al consumo de productos innecesarios para el organismo bajo las recomendaciones de los mismos. Permitiendo que repercuta en la consecución de resultados.
Por esta razón hemos resumido muy brevemente en ocho pasos algunas pautas que pueden ayudarte a la hora de empezar a obtener esos buenos hábitos, o reconocer el motivo que está bloqueándote en la consecución de tus objetivos saludables. En esta ocasión lo hacemos teniendo en cuenta ambos factores mencionados anteriormente (RRSS y la promoción de la industria alimenticia) con respecto a la relación con el estado emocional.
1. Aprende a reconocer cuales factores del entorno social tienen menor o mayor impacto sobre tu estado emocional y comienza a gestionarlos. Una vez lo consigas podrás modificar tú hábitos. Para ello evita compararte, cada persona tiene su tipología, muchas veces lo que a ti te resulte fácil a otro le resultara más difícil y viceversa.
2. Realiza un plan de objetivos respondiéndote cinco preguntas: ¿Qué quieres hacer?, ¿cuándo vas a empezar?, ¿cómo lo vas a conseguir?, ¿porque lo vas hacer? y ¿Para qué lo quieres hacer?). Si es necesario escríbelo y lleva un control del mismo.
3. Debes ser consciente que todo proceso lleva un tiempo de ejecución. Ponerte un objetivo principal y otros a corto y mediano plazo te resultará más fácil para empezar y te ayudará acercarte a ese objetivo principal de manera eficiente. El cuerpo necesita tiempo de adaptación y la manera en que lo puedas conseguir es incluyendo cambios poco a poco.
4. Recuerda que muchísima gente siempre muestra el resultado, pero no el proceso. Y una vez finalizado su objetivo aprovechan para promocionar productos milagrosos como por ejemplo reductores.
5. Sepárate de las redes sociales. Poner un horario para ellas es un método eficaz de autoayuda. Con esto conseguirás que solo las utilices de una manera inteligente, buscando inspiración o motivación en perfiles de verdaderos profesionales que puedan ayudarte durante el proceso.
6. Escucha tu cuerpo. No pasa nada por comer algún alimento que no esté estipulado en tu plan alimenticio o por saltarte el día de entrenamiento. Lo importante es que seas constante y disciplinado con tus hábitos, así que, no pierdas tiempo buscando un producto que sea menos malo dentro de los malos.
7. Identifica a un buen profesional de un aficionado. Con un buen plan alimenticio aprenderás a comer bien y poco a poco disminuirá esa dependencia que tengas por alimentos azucarados o ultra procesados. Si no es así, lo más probable es que estés llevando una alimentación con alguna carencia en nutrientes o vitaminas. En caso de una actividad física mal ejecutada, es tu cuerpo quien lo notara, ya sea por alguna lesión o por incapacidad en algún movimiento.
8. Incluye a tú entorno familiar más próximo en tus nuevos hábitos. Así evitas que te saboteen el proceso y/o resultado. Además, nadie se ha muerto por comer bien 😊
Lo más importante es que recuerdes no hacer ningún cambio siendo tan restrictivo contigo mismo. Los mejores resultados se obtienen con paciencia y persistencia.
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